Inicio | Quienes somos | Colaborar | Proyectos | Formación |¿Qué dice la ley? | Artículos y opinión | Testimonios | Vídeos | Novedades

Testimonio de Gotzon Arrien

Voy paseando por caminos vecinales de mi Gautegiz Arteaga con Isam, un pastor belga Tervueren de lo más movidito, con razón ya que tiene 10 meses y está ávido de nuevas experiencias. En su afán investigador veo que se aleja a cierta distancia. Le llamo suavemente, he aprendido recientemente que los perros tienen un oído privilegiado y no hace falta alzar demasiado la voz para que te oigan. Isam gira la cabeza hacia mi posición e inicia la carrera sin dudar. De repente aparece otro perro surgido de la nada, posiblemente pertenece a algún caserío cercano y está “de excursión”, Isam frena en seco, se acercan lentamente, el ritual de presentación y saludo ha comenzado, se huelen girando uno detrás del otro como si de un corro de las patatas canino se tratara, parece que quedan satisfechos y ambos retoman su camino. Estoy a punto de volver a reclamar la atención de Isam, no hace falta, me ha visto y ya viene. Le abrazo, le acaricio, le hablo. Desde que le he llamado hasta que finalmente se ha acercado han transcurrido 2, 3, 5 minutos, no lo se, pero no me importa, es lo de menos, estoy contento e Isam parece que también lo está.

Hubo un tiempo en el que esta situación hubiese sido totalmente diferente. Habría llamado a Isam con una voz autoritaria y potente, no vaya a ser que el perro note debilidad por mi parte, él habría seguido husmeando como si nada, le habría seguido llamando cada vez más enervadamente tratando de captar su atención, se encontraría con el perro excursionista y yo rompería su corro de las patatas para atarlo a la correa no sin antes darle un cachete en el morro por desobediente. Yo seguiría preguntándome por qué no soy capaz de hacer que mi perro acuda inmediatamente a mi llamada y él no entendería ni mi enfado ni el castigo. Los dos habríamos vuelto a casa frustrados.

Fui fan de los métodos tradicionales de adiestramiento considerando, en mi ignorancia, que era la única y mejor manera de educar a mis perros hasta que un día, buscando en internet libros sobre adiestramiento canino, dí con la editorial KNS. Bendito Internet y bendita KNS. Para el que no lo sepa KNS se dedica a la edición y venta de libros relacionados con el adiestramiento canino en positivo. A través de ellos conocí AEPA-Euskadi.

La asistencia al curso de adiestramiento en positivo impartido por AEPA-Euskadi ha supuesto para mí la culminación a un cambio en la forma de relacionarme con mis perros. A partir de aquí hay un amplio territorio todavía por explorar. Por supuesto que ni mis perros ni yo somos perfectos ahora, ni mucho menos, hay y siempre habrá cosas que solucionar, cosas que mejorar (no me fiaría de los métodos del que opine lo contrario) pero creo que lo más difícil está hecho. Belén, Cristina, Iñaki y sus ayudantes de cuatro patas me han enseñado a sustituir imposición por cooperación, rigidez por flexibilidad, órdenes por invitaciones y a no ver a mis perros como siervos-robots sino como compañeros, ¿el resultado? Insuperable. Es algo que se ve y sobre todo se siente, lo siento yo y lo sienten mis compañeros Beltzi, Bob e Isam.

Gotzon Arrien
18 de noviembre de 2010

e-mail