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Un curso de Educación Canina, pero… ¿a quién hay que educar?

Un curso de Educación Canina, pero… ¿a quién hay que educar?
Cristina Muro
muro.cristina@gmail.com

Antes de decidirnos a convivir con un perro, deberíamos aprender sobre él y ser conscientes de toda la serie de responsabilidades que conlleva el hacerse cargo de un ser vivo. Somos nosotros los que debemos “educarnos” para entender a nuestro animal y para poder ayudarle a vivir dignamente.

En vez de pensar en “educar al perro” tenemos que pensar en “educarnos a nosotros mismos".
En el caso de los perros es como si fuera el único animal al que parece que hay que adiestrar, si o si. Pero pensar esto es un error. Ni el adiestramiento es esencial en la vida de un perro ni un perro no adiestrado es un perro que se comporta de forma salvaje o que causa problemas. Cuando surgen los problemas siempre es por culpa del dueño que no ha sabido atender y ayudar correctamente a su perro. Cuando algo falla, mucha gente cree que la solución consiste en unas sesiones de obediencia o de adiestramiento. Es curioso, los problemas son creados por los humanos pero a quien hay que enseñar, adiestrar y corregir es al perro. En la tele vemos con frecuencia como, el adiestrador televisivo de turno, dice que va a trabajar con las personas pero quien se lleva los tirones, pataditas o zarandeos siempre es el pobre perro.

El objetivo primordial de un dueño responsable debería ser conseguir que su perro estuviera a gusto en los entornos en los que va a vivir. Esto conlleva un aprendizaje sobre las necesidades del animal y la forma en que se van a intentar satisfacer para asegurar su bienestar, y como consecuencia, el de todo su entorno.

¿Te imaginas un curso de Educación Canina sin "obediencia básica"? ¿Sin órdenes? ¿Sin control? ¿Sin tirones de la correa?
En los cursos de AEPA Euskadi no hay nada de eso. Cuando estés en casa, tu perro se sentará o se tumbará mientras repasas los apuntes o lees alguno de los artículos o libros recomendados (él ya sabe sentarse y tumbarse). Tu perro observará cómo tú, su propietario, va aprendiendo poco a poco a entender qué es un perro, qué cosas le gustan, cómo se le puede ayudar (él ya sabe observar). Tu perro se relajará cuando hayas interiorizado los principios del condicionamiento clásico y los puedas aplicar con él (él es un experto en relajarse cuando le ayudas poniendo las condiciones que necesita). Tu perro volverá a sentir que puede gruñir si algo le incomoda y que en ese momento, en vez de gritarle, le ayudas (los gruñidos son una parte natural de su repertorio de comunicación).
En definitiva, tu perro estará más a gusto y tranquilo porque sabrás ayudarle de una forma agradable a medida que vas aprendiendo y que animas a tu entorno a aprender también.
Cuando seas capaz de ver algunas señales de comunicación y de estrés y sepas qué tienes que hacer; cuando comprendas sus motivaciones; cuando sepas cómo tratar a un cachorro, a un perro jóven, a uno mayor y cuando interiorices algunos conceptos más, entonces, si tu perro está a gusto, le podrás intentar enseñar alguna acción especial.
Por ejemplo, ¿cómo conseguirás que tu perro acuda cuando le llames o que preste atención si realizas algún sonido especial?

Sea cual sea la edad o condición física de nuestro perro, la educación basada en el respeto es la única que ayudará al perro a crecer y a vivir de forma equilibrada. Los métodos basados en gritar, pegar o asustar a los perros solo consiguen que los perros tengan mucho miedo y acaben sintiendo que necesitan defenderse.

Entonces, ¿qué hacen los perros en nuestros cursos?
Intentamos que ellos siempre estén a gusto, que vengan contentos. Siempre atendemos a las necesidades y a los gustos individuales de cada perro y todas las actividades que realizamos están pensadas para que los perros se sientan bien. Estos serían algunos ejemplos:

¿Y las personas?
Siempre es muy emocionante ver cómo, gracias a lo aprendido, los dueños cambian su forma de pensar y de relacionarse con sus perros, desterrando las actividades rutinarias que solían hacer (correr o lanzar pelotas) por otras más creativas y mucho más “perrunas”. Así, los dueños aprenden desde caminar sin tensión en la correa hasta diseñar entornos estimulantes, disponer rastros de comida o ayudar a sus perros a buscar objetos. Los perros realizan actividades de perros y se sienten mucho mejor. Y los dueños también se relajan al olvidar el control y las exigencias y cambiarlas por entendimiento y empatía.

Es esencial que los dueños entiendan que cada perro tiene sus propias necesidades y que hay que ayudarles a satisfacerlas.
Un buen asesoramiento y una buena formación serán esenciales, pero será el propietario quien deberá recibir esa formación.

Cristina Muro, abril 2013.
Revisado en marzo de 2014.
Revisado en septiembre de 2014.


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